Desde mi viaje
anterior, en mayo, han desaparecido las vallas metálicas en la
estación con policías que controlan la subida al tren. Ya ninguna
autoridad uniformada sube al tren, cruzado el puente fronterizo
de Oresund, echando miradas de sospecha, al comparar la foto del
pasaporte que mostramos con nuestra propia cara, allí presente y
acompañados de perros que olisquean las maletas . Todo vuelve a ser
como antes. Los controles aparecieron el año anterior, cuando
miles de refugiados pugnaban por llegar a los países escandinavos.
Ya el cupo está lleno. El control de entrada se ha invisibilizado de
este lado. Los filtros se aseguran antes. Se desbordan las fronteras
sur y miles continúan echándose al mar para buscar un rescoldo de
vida .
La estación gris
metálica se extiende delante de mi, que inquieta por la hora, temo
perder el último tren desde Dinamarca hacia Suecia. arrastro mi
maleta multicolor, la misma que me acompaña desde hace casi quince
años. A mi edad , quince años, es tan poco. El uso ha dejado la
maleta una esquina un poco descosida, lo que denota una cierta
desidia, y me prometo llevarla al zapatero ni bien regrese a mi
barrio, en Barcelona. Mientras me abismo en la costura deshilachada
mostrando su vergüenza de agujeritos perfectos, ausentes del hilo,
voy hacia algo que parece un banco de metal que han instalado
recientemente en la estación de Kasturp, (Copenhague aeropuerto ).
Otra novedad para mayor "comodidad del viajero que espera"
( o del cliente , como dice RENFE, en sus altavoces). Pero el banco
parece una obra menor diseñado por un ex alumno de la la Bauhaus
como Frtz Ertl, quien
colaboró en la planificación de las cámaras de gas llamándolas
"duchas para necesidades especiales".
El asentar las nalgas en él es una tarea de Sísifo, la pendiente
del asiento y su altura hace que resbalen , una pequeña tortura que
obliga a permanecer pendiente de la situación ejerciendo un
contrapeso con los pies. Extraño artefacto en un país
nórdico donde la belleza de la arquitectura y el diseño interior
de las casas son basadas en la armonía, en la ergoritmia, en
proporcionar belleza y bienestar a la mirada. Donde el más bello
paisaje es esa combinación de líneas arquitectónicas que se
suceden en las ciudades, que alternan con el verde de árboles
vetustos, de flores indisciplinadas, de ventanas de las casas
iluminadas por lamparas que cuelgan entre amorosos visillos. ¿Qué
significa entonces ese banco resbaladizo, hecho para que nunca nadie
pueda descansar allí? Para que nadie se le pase por la cabeza la
idea de adormilarse o permanecer mirando el paso de los trenes, o
los viajeros que llegan. Me gustaría leer la explicación dada para
el uso y la adecuación de este banco a la estación. Quizás
llegaría a entender el espíritu que subyace en la construcción
de esos "no lugares", como se describe ahora a esas zonas
de paso : estaciones de ferrocarril, aeropuertos... A un no
lugar corresponde un no banco... ¿ Será sólo en
Kasturp que lo han instalado? ¿Tiene algo que ver con la repentina
ausencia de control de pasajeros extranjeros? (Creo recordar que en
Barcelona hay también instalados esos no bancos en alguna
estación, ¿o me confundo de no lugar?) .
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Kasturp, estación de tren (Copenhague) |
Los
ferrocarriles en Suecia dan sorpresas inesperadas. Y llegados a
Malmö nos advierten que debemos bajar del tren. Cambio unas palabras
con dos chicas italianas, y una al despedirse me dice: In
bocca al lupo per tutto
. Una fórmula de buena suerte que presiento mágica, ¿qué tiene
que ver la boca del lobo con la suerte?:
Esta
expresión representa el amor de la madre lobo que toma suavemente
con su boca a sus cachorritos para llevarlos de una cueva a otra, o
para protegerlos de los peligros externos. Decir “in bocca al lupo”
es una de las más bellas expresiones que se puede ofrecer a una
persona. Es el deseo de que estés seguro y protegido de la maldad
que te rodea, como la loba protege a sus cachorros manteniéndolos en
la boca. Me
aclara la página
de vive Toscana. Grazie di cuore joven
viajera desconocida. Lo pienso, un mensaje de esos que se trasladan
a través de personas con las que nos encontramos solo una vez, y que
desaparecen dejando un recuerdo en nuestra memoria que quedará
allí. Lo cierto es que yo misma acababa de dar fin a una novela,
donde una mujer encontrada muerta en un camino, se convertía, en la
imaginación de la gente del pueblo, en una loba blanca que protegía
a los niños del ataque, precisamente, de los lobos.
Luego de una hora y
media de recorrido en autobús, regresamos a otro tren.
Esta vez fue medio
camino en autobús. Aunque, también , a veces, se trata de un
vagón que se desengancha y va hacia otra dirección. Pero, eso sí,
siempre anuncian sus intenciones. El problema es entenderlas La
costumbre de que un mismo tren tenga dos recorridos diversos y que
los vagones se quedan en un lugar mientras otros continúan, la
entendí con el paso del tiempo... La gente con la que hablo en
Suecia no sabe explicarme bien que clase de conflictos existe en los
ferrocarriles, aunque puedo adivinarlo, la privatización de los
servicios públicos tiene los mismos móviles en todo el mundo. Pero
parece que aquí no son muy dados a las quejas, y los pasajeros se
someten obedientes a los inesperados transbordos, a los minutos
larguísimos de detención del convoy en una estación o esperando a
que otro pase en dirección contraria. Es la nórdica poética del
viaje en tren. Da tiempo a la meditación tranquila o a lo sorpresa
de la estación a las que nos llevará a conocer en el trayecto hacia
nuestro destino. Llego al final a Karlskrona con más de una hora de
retraso y pienso que no somos solo los meridionales los impuntuales
e imprevisibles. Me alegro que aún pervivan en el norte estos
contratiempos que tanto nos humaniza.
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Estación de tren en Karlskrona |
¿Qué hay de nuevo,
en la ciudad a la que llego, en estos meses transcurridos desde mi
último viaje? La pegatina de una marca de pastillas de menta, que
perdura sobre la puerta de una casa cercana a la estación de tren
sigue allí, destiñéndose, desde ella me sonríe una chica de pelo
oscuro. Cada vez que llego me cercioro de que está allí. Me da una
cierta tranquilidad constatar su permanencia desde hace seis años.
Aunque, hay algo subterráneo que se va moviendo, como esos
terremotos de baja intensidad que se repiten y que van
transformando, por debajo de nosotras, las capas profundas de la
tierra: Y eso lo percibo en el paso de una fila de soldados
jovencísimos y rubísimos, van de dos en dos. Al verlos me llega la
memoria literaria de la llegada del ejército nazi a París, a través
de las páginas de la novela Irene Nemirovsky, Suite Francesa
... Es silenciosamente inquietante . Había leído que en Suecia,
como en Francia se restablece el servicio militar obligatorio ¿ Será
esa la primera camada de jóvenes adolescentes, recientemente
llamados a filas? Pregunto, nadie sabe decirme si es así... No
entender la lengua en del país en el que uno está es como ser
sorda o ciega. Busco en internet las páginas en inglés de algún
periódico a ver si alguien explica algo. Me entero que hay
maniobras de la OTAN en el Báltico, precisamente en Karlskrona que
está a sus orillas, alarde de fuerzas guerreras para prevenir a los
rusos que están en frente. Dicen que se sienten amenazados por la
constante violación del espacio aéreo, incursiones de submarinos
espías y robo de datos de internet ... Se muestran los dientes Ese
mismo domingo oigo los aviones de combate mientras hacen ejercicios
de vuelos en la zona. ¿ Cuántos millones de euros dilapidados en
ese solo día?
En la gran plaza de Karlskrona , una enorme espacio
de suelo empedrado donde, a cada extremo, se yerguen dos iglesias
varias veces centenarias: sueca una, alemana la otra. Frente a ellas
el Ayuntamiento y al casi escondida detrás del antiguo cementerio
romántico, aledaño a una de las iglesias, la acogedora Biblioteca.
Y en el medio la gigantesca estatua del rey Carl XI, fundador de la
ciudad en el siglo XVII: un origen naval y militar que perdura. A un
lado de la plaza, unos cuantos ancianos sostienen una pancarta que
denuncian las maniobras militares, son cuatro o cinco que nadie
parece hacer caso. Más allá, las casillas de propaganda de los
partidos políticos que compiten en las próximas elecciones, donde,
dicen, la extrema derecha tiene grandes posibilidades de ascenso.
(Aumentó efectivamente el porcentaje de votante a la derecha casi un
5% más, llegando al 17, 5%) .
A cada partido le
corresponde una casilla de madera donde el ciudadano curioso de
información puede entrar y tomar un café gratis con los
militantes, quienes ofrecen explicarte su programa político. En el
chiringuito del partido de
Izquierda,Vänsterpartiet
así se llaman, me preguntan de
donde vengo, cuando me saben de Barcelona dicen conocer a Podemos y
Ada Colau, y los reconocen como cercanos. Su símbolo es una V. En
otra casilla cercana está el Partido Feminista, una de sus
fundadoras es Gudrun Schyman, de larga trayectoria y una de las
artífices de la política abolicionista de la prostitución en
Suecia, que lleva a la penalización de los clientes y la denuncia
sistemática de la trata de seres humanos con fines de explotación
sexual. Es un partido que despierta apoyos y simpatías dentro la y
los votantes de izquierda y a las que votarían, me dicen, si no
fuera necesario unirse contra el peligro de la la derecha. Son muy
visibles en los grupos que trabajan con los refugiados ( hay una gran
mayoría de mujeres en estos), y, por esto mismo, son el blanco de
las acusaciones más absurdas contra ellas de parte de los militantes
de la extrema derecha. Las acusan de apoyar ala inmigración por el
placer de tener a su lado a "machos jóvenes" (
inmigrantes y refugiados) con los cuales mantienen relaciones
sentimentales y protegen, incluso de las acusaciones de violación.
Así es, entre marimachos y ninfómanas siempre las mujeres
comprometidas con una causa tienen razones oscuras para la acción,
y siempre relacionadas con una sexualidad non sancta.
Pregunto si ese partido, que ha elegido para representarlos una
inocente florecita sobre un fondo azul, ¿son de verdad los
tan temidos neo nazis suecos?, me dicen que sí: son los Demócratas
Suecos, así se hacen llamar. Pienso si la inocente flor que los
representa es como la harina en la pata del lobo que se quiere comer
a los cabritos. Su discurso se basa en el peligro que significa la
llegada de refugiados y migrantes, "para ellos son
todas las facilidades que ponen en peligro nuestro bienestar"
, "nuestra cultura"."lo que nosotros nos
hemos ganado con nuestra inteligencia y nuestro trabajo" ... bla
bla, bla. Reconozco el discurso, lo he oído tantas veces. Ellos, los
"otros" , nos roban . Y han elegido como logo de su
agrupación una flor con algo de hippie, amor y paz para los suecos,pero solo para los esencialmente suecos. Los estudiantes que recorren el lugar van
acompañados de sus profesores, un ejercicio de educación
democrática. Las clases acaban de comenzar. Salen repletos de
chapas de publicidad y de folletos. Los verdes, los socialistas, la
izquierda, los cristianos demócratas, el Centro, el Partido
feminista, y el Partido comunista sueco ( a estos no los vi en
Karlskrona, sino en Malmö).
Voy hacia la calle
donde está la HER FRISÖR (
peluquería de caballeros) de
Hans. (Ver en este blog: Viaje a Suecia) En mi anterior
estadía presentí que Hans no iba a regresar. Y fue así, el local está vacío. Como suspendido en un día eterno. De los escaparates sólo ha quedado el cristal . Y la bandera sueca que ondeaba sobre la
entrada, anunciando la presencia del peluquero, también ha desaparecido. Hans ponía la bandera y la retiraba al compás de sus
idas y venidas. Su presencia, en el interior de la peluquería, en penumbras,
era apenas perceptible desde la calle, como borrándose de a poco.
Esta vez su sombra había desaparecido, y con ella todo lo que la rodeaba,incluso el contenido del local anexo que vendía "objetos de arte
hechos a mano". ¿Cuantos años habría permanecido allí?
Treinta, quizá, cuarenta? Los calculo por las fotos que adornaban
su escaparate.
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Escaparate de la Herr Frisör, ya desaparecido |
Sólo queda el horario impreso en puerta de entrada . A través de los
cristales veo la hilera de picas, donde Hans, en alguna época
lejana de bonanza, lavaba y masajeaba las cabezas de
sus clientes, por turnos, con esmero profesional. Con un
entusiasmo insospechado en la austeridad de su persona , que yo acostumbraba a espiar a través del escaparate,aunque, ya entonces era solo esa sombra que
esperaba. Ese antiguo entusiasmo de sus primeros tiempos me pareció percibirlo en
el Wälkomen impreso en una de las picas. Entusiasmo que
se habría ido perdiendo con el menguar de la clientela. Pero allí
solas, las picas continúan dando la
bienvenida, en aquel local polvoriento, a fantasmas añorantes del peluquero ausente.
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Välkomen! Lo que queda de la peluquería. |
¿ Que fue de el? ¿Murió solo ? ¿Fue a parar a la residencia cercana? ¿Se
retiró a su propia casa? Probablemente, la próxima vez que regrese encuentre allí instalado un nuevo comercio: una pequeña
tienda de comestibles atendida por un inmigrante, o un kebab, la
calle no da para grandes proyectos. Es, como ya escribí alguna vez,
una de las calles más poco agraciadas de Karlskrona, aunque paso en
ellas largas horas, revolviendo entre cosas usadas , en el local que
tiene abierto de la Cruz Roja. Son calles de edificios nuevos, donde
la lección de la buena arquitectura tradicional parece olvidada.
Sólo queda de ella los grandes ventanales para aprovechar al máximo
la luz del sol.
Corre detrás, paralela una de las
entradas del mar. Y cuando bajo hacia allí, encuentro La casa inquietante. Guarda en ella toda la ausencia de la peluquería y de los manteles bordados que encuentro en la Cruz Roja.
Está en una esquina , respira esa presencia inefable que
guardan algunas construcciones de madera antiguas. .
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La casa inquietante. |
Reconozco en algunas casas suecas
como algo que me llega desde desde la infancia. Ilustraban los libros
de cuentos, poblando mi imaginación infantil de arquitectura
nórdica. Hasta que se hicieron presencia al llegar aquí. Donde
están también, en los bosques, en las calles, en los parques esos
árboles antropomorfos de las ilustraciones infantiles, y las flores
en forma de campanitas diminutas, y las niñas que tejen coronas con
ellas. Y , tal vez sea eso, el encuentro con aquel paisaje infantil
que alberga aquel trocito de esa ciudad , que no deja de ser también
una ciudad militarizada. Porque desde siempre es una base militar,
con el suelo horadado de refugios construidos durante la Guerra
fría, de la que que hoy se vuelve a hablar. Una perfecta ciudad de
citas de espías, que imagino esperando con la mirada perdida y el
cuello del abrigo cubriendo sus intenciones , allí mismo, sentados
en esos bancos de madera, de este lado del Báltico. Recorro la orilla
del mar y me siguen la mamá cisne y sus crías que ya están tan
grandes como ella pero que aún no se separan de su lado, se acercan
a pedirme de comer, como no llevo nada que les interese se van,
deslizándose ufanas, con sus colitas paradas y sus largos cuellos
que hunden en el agua, de manera que solo sus patas, cual gimnasta
acuática, permanece agitándose en el aire. "Se va ahogar"
gritó una lejana pariente mía, de visita en en el zoológico de
Buenos Aires, al contemplar esta práctica común en aves acuáticas.
Yo era entonces era una criatura de unos cinco años, pero me di
cuenta que lo que aquella mujer decía era un despropósito. Entonces
mi madre me dijo en voz baja: «Quedó
así, de un susto, sorprendió a un ladrón dentro del ropero de
su casa». Y yo, cada vez
que veo a un pato o un cisne que queda así, patas arriba en el agua,
me viene a la memoria, aquella lejana tía Elena, que perdió el
juicio al encontrar un hombre escondido en su ropero. Llego a la
playita solitaria, bajo el sol del verano que se prolonga. Una
mujer, un chico con su bici, muy lejos unos de otros. Todo es
silencio. Un maravilloso día de sol.
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La playita solitaria. |
Verano en Karlskrona
(Parte 2)
Abrí la ventana y
oí el canto de los pájaros que llegan en primavera, hacía 12
grados. Y me quedé aterrorizada, ¡era la Nochebuena! Así me
explicaba Ulrika la siniestra llegada de lo que ella presentía como
algo terrible, el cambio climático era ya una realidad, y allí
estaba, anunciando la primavera en pleno invierno.
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Oí el canto de los pájaros... |
Desde mayo la
temperatura no bajó, y más de 30 º, durante meses, arrasaron los
jardines. Y el forraje para las bestias comenzó a ser escaso y a
encarecerse tanto que, muchos, se vieron obligados a matar a las
bestias. Los caballos, con todo lo que significa para un sueco, los
caballos que crían y cuidan con amor y con cuyas imágenes decoran
las habitaciones y los trapos de cocina, los caballos que aprenden a
montar desde la infancia, los mataban. No había más dinero para
mantenerlos, me dijeron. ¿ Y por qué no los regalan? No sabemos
cómo los tratarán, qué harían con ellos. Pero.., ¿a una escuela?
... Nada, ¿que decir ante una decisión irrevocable que era vivida
como una gran tragedia? Pero que yo, con mi razonamiento latino no
entendía ...Deduje entonces que la trágica decisión formaba
parte de un orden que me era incomprensible, de una responsabilidad
que recaía sobre ellos solamente. Una responsabilidad que no se
podía compartir con nadie, ni pedir auxilio. Algo de la formación
calvinista , tal vez, a la que me es imposible acceder con mi manera
de razonar, de sentir. Algo oscuro y que se va asentando como
renuncia, y que comenzó, quizá, con ese anuncio siniestro de una
primavera que llegaba en pleno invierno. Con aquel cambio que
presenció Ulrika, al asomarse a la ventana el último 24 de
diciembre. ¿Será también tiempos duros, sin piedad los que se
anuncian? ¿Se preparan para ello los suecos ? ¿De verdad, el
partido Demócrta Sueco tiene posibilidades de gobernar?
Sábado a la noche:
jóvenes, mayores, hombres y mujeres van a divertirse en compañía o
solos. Beben, muchos esperan ese día para emborracharse. El
alcohol, en Suecia, es caro, el Estado lo tasa con altos impuestos y
sólo se accede a él en tiendas especializadas, o en bares y
restaurantes. Los domingos por la mañana encuentro copas, botellas
y latas abandonadas en la calle, los mendigos rumanos locales se
encargan de ir recogiendo en grandes bolsas de plástico y las llevan
a reciclar a la puerta de los supermecardos, donde las depositan en
máquinas que trituran latas y absorben botellas. A cambio les
entregan vales por el valor de lo reciclado, unas coronas que cambian
por compras en el mismo supermercado.
Entro al hotel donde
trabaja mi sobrino de barman, lo veo detrás de la barra, mi sobrino
ese aire familiar que me recuerda a los hombres de mi familia, a mi
padre, a mi hijo. Sus colmillos afilados y la sonrisa, la manera de
moverse, ciertos gestos que no es imitación, ni de su padre, del
que creció alejado, ni de su abuelo que nunca conoció. Cosas de la
genética. Me acodo en la barra y lo contemplo con cierta emoción
de pertenencia, la familia existe, aunque estemos tan desparramados
por el mundo. Se me ocurre, en mi último día de Karlskrona, tomar
una cerveza, y veo que hay cerveza española, y la pido, pensando que
es una manera de ir acercándome ya a mi casa. Tonterías. ¡Cinco
euracos! que sólo puede pagar con tarjeta de banco. En Suecia si no
tienes tarjeta de banco no puedes ni viajar en autobús. El
inexorable control del rectangulito de plástico. Miguitas
electrónicas que vamos dejando por el mundo.
Se acercan a la
barra un grupo de amigas entre cuarenta y sesenta años,
insultántemente guapas y bien vestidas, con las últimas galas de
verano, tacones, vestidos ceñidos. Piden vino, cerveza y se van a
sentar a una mesa, ríen. Llega un sueco,bajito, quizás metro
sesenta y cinco, cuarentón con gafas. Exhala soledad total. Pide un
gin tónic y elige el gin como un experto, mientras charlo con mi
sobrino que sirve su copa, pregunta si hablamos en español. Sí, le
dice en sueco, mi sobrino. Y se alarga en la explicación de su
origen por vía paterna . El sueco bebe su copa. Y desaparece.
Regresa y pide el "mejor ron", examina la etiqueta de la
botella que mi sobrino le muestra. En inglés, me comenta su gusto
por el buen ron. Le digo que el mejor es el de Arucas, en Canarias.(
Es lo que me dijeron en Arucas, cuando viajé allí). Me pregunta
si me gusta el ron, y le respondo que no. Pide a Daniel que le sirva el ron acompañado con
otra copa, esta de leche. Y entonces me explica, sorbiendo ya su
ron, que es una delicia lo que experimenta : un trago de ron , con el
que "llega al cielo", y un trago de leche, con el que se
renueva el paladar para disponerlo así a un nuevo viaje hacia el
cielo. Me enseña, con cada sorbo alterno de sus bebidas, como va
experimentando ese placer, tan particular, de experto. A esa
altura, su cercanía y su poesía alcohólica me hace sospechar que
ya está haciendo efecto el gin tónic y los ligotazos de ron. Su
mirada se vuelve amistosa y me quiere convidar con ron. Le reitero
que no bebo, ya suficiente con mi cerveza. Insiste en que pruebe ese
viaje hacia el cielo. Insisto en no, y le deseo un ¡salud! a su
trago . Es sábado de noche y borracho, el amor hacia el prójimo,
tan contenido por allí, se desborda . Me pregunta cómo me llamo.
Le digo mi nombre y Magnus, que así se presenta, casi llora de
emoción cuando le explico que es la primera vez , después de muchos
años de mis vacaciones en Suecia, que un desconocido me dirige la
palabra. Pide abrazarme en señal de amistad . Le abrazo y me despido
también de mi sobrino que me hace señales, para indicarme que mejor
me aleje de Magnus que empieza a ponerse pesado. A pesar de todo
cuando salgo del allí me siento contenta, Magnus ha logrado
animarme. Debe ser el efecto de los "Abrazos gratis", como
pregonan esos chicos que en algunas ciudades viene a tu encuentro a
abrazarte, porque sí.
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Muelle del puerto, frente al Hotel. |
Regreso a Barcelona,
Llamo a mi madre por teléfono, me dice, con orgullo, que fue a
votar. ¿ Por quien votaste?, «Por
la izquierda , sabés que yo siempre voto por la izquierda. Me llevó
Demián», mi otro
sobrino. Se desplaza en silla de ruedas, y a sus noventa y tres años
aún , a pesar de todos sus achaques, de su dependencia de siempre
como mujer «de su casa»
como se define, vota a la izquierda. Se sabe clase obrera, y eso la
hace irrenunciablemente de izquierda. Cuando hoy me despierta la
noticia de que en Cádiz, los obreros de los astilleros se movilizan
porque tímidamente el gobierno socialista español está revisando
los contratos de suministros de bombas a Arabia Saudí, con las que
despanzurran a miles de yemeníes. El pan de las familias de Cádiz
depende de las máquinas de guerra que se utilizarán para dar muerte
a otras familias, allá lejos. Tan lejos que podemos cerrar los ojos
y no verlos. No soy ingeniera, no soy economista, pero me pregunto
por qué los planes de producción son siempre cómplices solapados
o abiertamente públicos,de la muerte y la depredación de la
naturaleza, de personas, del medio ambiente. ¿No hay maneras, acaso
de producir sin matar. De producir cuidando a las personas y al
territorio? Un oyente que se comunica con el programa de radio que
estoy escuchando, es un hombre, dice: «Si
no vendemos nosotros las bombas , las venderán otros, es una
tontería no hacerlo, las guerras siempre han existido».
Me quedo estupefacta ante la simpleza de esta conclusión que así
tan de hechos consolidados. Es la que domina el pensamiento actual.
Releo Farenheint 451 :
Atibórralos de datos no combustibles lánzales encima tantos
hechos que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a
información. Entonces tendrán la sensación de que piensan, tendrán
la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque
los hechos de esa naturaleza no cambian. No les des ninguna materia
delicada como la Filosofía o la Sociología para atar cabos. Por ese
camino se encuentra la melancolía. Ray
Bradbury ( 1953).
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Ilustración tomada de :( http://blogs.stlawu.edu/joshandcaroline/2014/09/21/media-blog-3-fahrenheit-451/) (No es mi intención infringir Ley de Derechos de autor en la utilización de imágenes tomadas de la red. Tanto el texto como las imágenes de mi autoría pueden ser reproducidas citando fuente y autor. |
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