Cuando la historia es un fraude. Las fotos de los niños supuestamente asesinados por Enriqueta Martí.
«El
sitio de Madrid comenzó el 7 de noviembre de 1936, terminó dos años
cuatro meses y tres semanas después, simultáneamente con el fin de
la guerra ». (Arturo
Barea:
La Forja de un Rebelde
3: La llama).
Barea
escribe que es entonces cuando el gobierno de la República decide
marchar para instalarse en Valencia, plenamente convencido de que la
caída de Madrid en mano de los fascistas sería inmediata. Atrás
dejaba una población aterrorizada por las bombas, las ráfagas de
ametralladoras de los quinta columnistas, los disparos de los
francotiradores, el hambre y el frío que persistirían en su acoso,
durante esos dos años y más de cuatro meses. El Gobierno huía y el
jefe de la Sección de Prensa Extranjera del Ministerio de Estado,
Luis Rubio Hidalgo, le pide entonces a Barea que se traslade con
ellos a Valencia.
Arturo
Barea (Madrid, 1897
̶
Londres, 1957
̶
uno de los grandes escritores españoles del siglo XX, aunque en 1936 aun no había comenzado lo que sería su gran obra
literaria
̶
, por una serie de circunstancias azarosas es encargado de la censura
de prensa ante los periodistas extranjeros. De su trabajo dependía
las noticias de la guerra que se trasmitían al exterior y, por
tanto, también la solidaridad internacional, tan necesaria para el
triunfo de las fuerzas republicanas. Barea, desobedeciendo las
órdenes de su inmediato superior, insiste en permanecer en su puesto
en Madrid. Cree urgente y necesaria la denuncia de la
internacionalización de la guerra con la intervención en esta de
las fuerzas fascistas italianas y las nacional-socialistas alemanas,
que con su ejército y aviación respectivos están acosando a la
población civil a la par que al frente republicano. Mientras tanto,
el resto de los gobiernos europeos llamados demócratas, en nombre de
la neutralidad permanecen indiferentes al hostigamiento criminal.
Barea está convencido de que lo que expliquen los corresponsales
extranjeros, desde el frente de Madrid, convencerá a las democracias
para prestar su ayuda, pues en este conflicto se estaba jugando el
futuro de Europa ya que el escritor, como tantos otros, presentían
que esa mal llamada guerra civil era el comienzo de una segunda
guerra mundial.
Entre los papeles que antes del traslado a Valencia del gobierno, Luis Rubio Hidalgo le ordena destruir a Barea, este último observa que hay una serie de fotogarfías que le conmueven dolorosamente.
Entre los papeles que antes del traslado a Valencia del gobierno, Luis Rubio Hidalgo le ordena destruir a Barea, este último observa que hay una serie de fotogarfías que le conmueven dolorosamente.
̶ ¿Qué va a hacer
usted con esas fotografías?
̶
Quemarlas ̶
, responde
el jefe de la Sección de prensa
̶
y los negativos también queríamos usarlas de propaganda pero
conforme están las cosas, al que le cojan ahora con estas fotos le
vuelan los sesos en el sitio.
̶
Entonces
¿no se las lleva usted?
̶ No estoy loco y
además ya tengo bastantes papelotes...y comenzó a explicarme algo
que yo no escuchaba.
Conocía
aquellas fotografías. Se habían tomado en el depósito de cadáveres
al cual se habían llevado los niños de la escuela de Getafe que
un Junkers, volando bajito, había bombardeado una semana antes. Se
le había puesto en fila y se les había prendido un número en la
ropita para identificarlos. Había un chiquitín , con la boca
abierta de par en par en un grito que nunca acabó. Me pareció como
si Rubio Hidalgo en su miedo estuviera asesinando de nuevo
a estos niños muertos.
Barea
salva las fotos que, meses después, se reproducirán en un cartel
para ser distribuido por toda Europa, allí se denuncia los crímenes
del fascismo en España.
Retengo
la frase de Arturo Barea: Me
pareció como si Rubio Hidalgo en su miedo estuviera asesinando de
nuevo a esos niños muertos.
Y esa frase explica mi desasosiego al contemplarlas en las páginas
de internet que bloggers
y
aprendices de documentalistas ignorantes de su origen, o simplemente
amorales, reproducen. Haciéndolos constar como niños asesinados por
la triste y falsamente criminal «vampira del Raval». No solo esas
fotos, que muestran los supuestos asesinados por la Martí son
fraudulentas, todas las son y he encontrado el origen de cada una de
ellas, no es difícil, solo googlear:
«imágenes de niños muertos»
y la red los proporciona. Unas son reutilizadas, incluyendo
titulares, extraídas de las páginas de los periódicos madrileños
del año 1924 ( Enriqueta Martí murió en 1913, por cierto que no
asesinada por sus compañeras, como se insiste , sino a causa de un
cáncer que ya padecía cuando fue detenida). Estas páginas
denunciaban la desaparición de tres niñas en Madrid, en la calle
Hilarión Eslava ( Ver Hemeroteca del ABC y comparar). Otras,
corresponden a un álbum de fotos de bebes muertos por causas
naturales, y que sus padres hacían fotografiar como único recuerdo
que guardarían de ellos, en una época en la que las fotografías
eran escasas. También están las momias de criaturas que ilustran el
blog dedicado al siniestro monasterio de los Capuchinos de Palermo.
Y otra foto corresponde al sobrino de la propia Enriqueta, niño que
ella cuido hasta los dos años y que apareció tan vivo, como que su
propia madre lo llevó ante el juez para atestiguar su permanencia en
el mundo...
Pero
entre todas esas imágenes que se reutilizan para proporcionar
cadáveres que ilustren los crímenes de una asesina que nunca
existió, las que más me conmueven son la de los niños asesinados
por los aviones nazis en el barrio de Getafe, en 1936. Y más, luego
de conocer exactamente su origen, la historia e identidad de quien
las puso a salvo, Arturo Barea. Este en La
forja de un rebelde
describirá la guerra como pocos lo hicieron: desde la impotencia, el
asco hasta el vómito, el miedo, el dolor infinito. Y también el
asombro ante la vida que sigue en la naturaleza que persiste y que
es absurdamente destruida, despanzurrada... Allí denuncia la
sinrazón de la «obediencia debida»,
de la violencia que se ejerce porque sí, cuando la ausencia total
de empatía produce monstruosos asesinos en masa:
«Quería
gritar a los generales que se llamaban ellos mismos salvadores del
país y a los diplomáticos que se llamaban a sí mismos salvadores
del mundo que vinieran, yo los cogería y los encerraría en los
sótanos de la Telefónica. Los pondría allí en los jergones de
esparto, húmedos de niebla de noviembre los arroparía en mantas de
soldados, pocas, y los haría vivir y dormir en dos metros cuadrado
de pasillos, sobre un piso de cemento, entre mujeres hambrientas y
trastornadas de histeria que habían perdido su hogar y que aún
escuchaban explotar las bombas y retemblar la tierra profunda que
rodeaba el cemento. Los dejaría allí un día, dos días, muchos,
que se empaparan de la miseria, que se impregnaran de sudor y de
piojos del pueblo, y que aprendieran historia, historia viva, la
historia de esta guerra miserable y puerca, la guerra de cobardía,
de los sombreros de copa brillantes bajo los candelabros de Ginebra,
la guerra de generales traidores asesinando a su propio pueblo fría
y cobarde (...) No podía pensar en matarlos o en destruirlos. Matar
es monstruoso y estúpido, Aplastar un insecto bajo la suela de un
zapato es repugnante: tiene un casquito y un churretón de vida que
hace vomitar. Un insecto vivo es una maravilla que se puede
contemplar horas y horas.»
Me
pregunto: ¿que tipo de sensaciones buscan aquellos quienes aún
insisten en la criminalidad de Enriqueta Martí, aportando pruebas
como las fotos de los niños de Getafe? ¿Acaso, el escalofrío
instantáneo? ¿El miedo pueril? ¿Un momento de entretenimiento que
se traduce en olvido y desprecio de toda la historia que precede
esas imágenes? La mentira, o lo que hoy llaman post
verdad,
no es más que falsedad mercantilista. En el caso del caso Enriqueta
Martí, la mal llamada «vampira del Raval
» se
trata, como ya lo he repetido tantas veces, de la creación de una
historia que se vende mejor cuando se falsea. No importa de donde y
como se obtienen los argumentos, la marca Barcelona exige una dosis
de morbo para el cóctel que se ofrece al turismo casolà
o al foráneo. Lo que subleva de toda esta manera de hacer
información, no son solo las páginas de internet, donde se sigue
reproduciendo la falsedad, sino que incluso un acontecimiento
cultural como lo es la semana dedicada a la novela negra en
Barcelona, y donde sus organizadores conocen muy bien la mentira que
se tejió alrededor del caso Martí, siguen auspiciando
entretenimiento, fundado en la misoginia y el clasismo, este año con
la ruta de La
mala Dona, darrera dels passos de la vampira del Raval.
La mentira repetida, la utilización fraudulenta de la imágen, el gusto morboso vende. La falsa imagen de Enriqueta Martí sigue ocultando, detrás de la figura de la bruja malvada, las injusticias de una época. No solo la explotación sistémica ejercida por la burguesía fabril y que condenaba a la población obrera a malvivir en barrios insalubres con sueldos de hambre, sino también, ahora gracias a la magia de internet, los crímenes de Franco y de sus aliados nazi-fascistas. La sombra del personaje mercantilizado se ha ido alargando y sirve para cualquier cosa. Pero sobre todo para que amorales, o un público ansioso de fantasía criminales, colaboren para diseñar ese mundo paralelo donde la historia se crea a medida del consumidor, hurtando, una vez más, la voz de quienes denuncian los verdaderos crímenes del estado o de quienes, por su origen, nunca se les ha permitido explicar su propia historia.
La mentira repetida, la utilización fraudulenta de la imágen, el gusto morboso vende. La falsa imagen de Enriqueta Martí sigue ocultando, detrás de la figura de la bruja malvada, las injusticias de una época. No solo la explotación sistémica ejercida por la burguesía fabril y que condenaba a la población obrera a malvivir en barrios insalubres con sueldos de hambre, sino también, ahora gracias a la magia de internet, los crímenes de Franco y de sus aliados nazi-fascistas. La sombra del personaje mercantilizado se ha ido alargando y sirve para cualquier cosa. Pero sobre todo para que amorales, o un público ansioso de fantasía criminales, colaboren para diseñar ese mundo paralelo donde la historia se crea a medida del consumidor, hurtando, una vez más, la voz de quienes denuncian los verdaderos crímenes del estado o de quienes, por su origen, nunca se les ha permitido explicar su propia historia.
Barcelona ha creado un "Jack el destripador" propio en un intento de añadir valor a su turismo. La gente, incluso quienes viven en el centro de la ciudad, no alcanzan a comprender que el caso de Enriqueta Martí tenga más de fantasía que de realidad y, orgullosos, presumen de conocer el destino de aquella "que hervía huesos y ojos": morir despedazada por una horda de madres que asaltaron la celda donde residía. Nada más lejos de la verdad, tal y como señala en su libro.
ResponderEliminarHe llegado a ver, en la Biblioteca Nacional de Catalunya, láminas apoyando al mito en lugar de derrumbarlo. La lástima es, como bien señala en el artículo, que la aceptación y la extensión de este bulo no es más que un reflejo de la sociedad en la que vivimos, que acepta la existencia de una relación entre la pobreza moral y la exclusión social.
Hola Javier, recién veo tu comentario, tal como dices la pobreza siempre es sospechosa y el Raval continúa arrastrando su estigma que borra, a veces sin proponerlo explícitamente, su memoria de barrio donde nació una cultura obrera, laica, anarquista, socialista... racionalista, a través de decenas de espacios como escuelas, ateneos, sedes de periódicos y de movimientos, incluso el feminismo se estrenó por allí, con la sede en la calle Ferlandina de la Sociedad autónoma de mujeres y en la Ronda de Sant Pau con el periódico La Mujer, en la década de los años 80 del s XIX, ...De todo esto estamos tratando de hablar a través de nuevos espacios y también nuevas propuestas de investigación histórica como lo es la colección de Historias del Raval, que presentamos por los barrios y que nació a iniciativa de la gente de El Lokal. Gracias por tu comentario y disculpa la tardanza de mi respuesta.
ResponderEliminar