lunes, 13 de febrero de 2023

            1947: Visita Granada un hada sobre un arco iris

 

    ¿Por dónde comenzar esta historia? Quizá, por la salva de veintiún cañonazos que anunciaron su llegada a Armilla. Veintiún cañonazos en el Paseo de San Sebastián, en la entrada del Camino Nuevo del Cementerio y en la puerta del Alhambra Palace. Tres veces, veintiún cañonazos que harían temblar el camino de Armilla hacia la Alhambra. Temblar, por el recuerdo de una guerra que aún permanecía con sus muertos sepultados al borde del camino, donde también temblarían sus huesos, removidos por las estampidas y extrañados, luego, por el cimbreante trote alegre de los caballistas y coches enjaezados.

 

 

                                  Eva Perón en su viaje a España , Archivo ABC

 Allí arriba, más allá de la oscuridad de sus fosas y del obligado olvido, la alegría perfectamente cronometrada y militarizada,de escuadrones, bandas, artillería, flores, estandartes y banderas, rojas y gualdas, blancas y celestes. Todas agitadas por conmovidos pechos, en una provocada emoción de hermandad en religión y patria, de Reyes Católicos, obispos, generales y generalísimo. Así, era recibida Eva Duarte de Perón, a su llegada a Granada, un 15 de junio del año 1947. Un hada rubia de 27 años, la señora presidenta, a la que se rendían todos esos honores de jefe (no jefa) de Estado. Un hada rubia, joven y bella, que había logrado hacer olvidar a todas las instituciones del Estado español que la recibía, -la España del nacional catolicismo- que ella era hija de madre soltera, que había sido actriz, hasta un año antes y concubina antes que esposa oficial del recientemente elegido presidente de la República Argentina, el general Juan Domingo Perón. Y que, ella pregonaba un feminismo que anunciaba así, de forma visionaria, en su discurso radiofónico a las mujeres españolas: Nuestro siglo no pasará a la Historia con el nombre de siglo de las guerras mundiales, ni con el nombre de siglo de la desintegración atómica, sino con este otro mucho más significativo, el del feminismo victorioso. Evocaba una revolución social que exigía de la mujer todos los derechos imprescindibles para el desarrollo de sus poderosas virtualidades. Aunque, todo ésto mediatizado por la “estructuración del hogar cristiano con vínculo indisoluble” (...)”empeñada, la mujer, en un hogar donde se respire un perfume de santuario, de suerte que el esposo y el hijo sientan a Dios como en un templo pequeño, por eso sabe que no le arrebata ni un adarme de feminidad no sólo el trabajo en la fábrica, los estudios en las universidades, el aprendizaje profesional, pero tampoco empañan su feminidad el participar en los movimientos de recuperación nacional. [Y para estaba la Sección Femenina enseñando labores del hogar y gimnasia con bombachos y faldas siempre más abajo de las rodillas]. “La Iglesia, decía cándidamente Eva, ni ha prohibido ni ha disuadido a la mujer de que ejerza de médico, de diputado o de embajadora, con tal de que no abandone sus deberes esenciales...

Y siguieron los discursos y las bienvenidas a quien como tal hada rubia, representante entonces de un país ubérrimo de comida, de ropas, de zapatos que ofrecía en los contenedores de sus barcos, enviados para repartir a una España hambrienta y aún empobrecida por la guerra. “El año 1946 había sido un año de sequía, y 1947 fue el año del hambre”, recuerda, hoy, un vecino de Armilla.


Eva Duarte de Perón, continúa diciendo en su discurso que : “No han faltado agitadoras que soliviantaran las clases sociales con flamas incendiarias, por qué han de faltar otras mujeres que de alma a alma se digan un mensaje de amor y de paz [Clara Campoamor, Victoria Kent, Margarita Nelken , Federica Motseny, Lucía Sánchez Saornil, ¿acaso se refería a ellas?](...) Se ha dicho, continuaba Eva Duarte, que hemos venido a formar un eje entre Buenos Aires y Madrid. Mujeres españolas, no he venido a formar ejes sino a tender un Arco Iris con todos los pueblos, como corresponde a una mujer.

   Lucía Sánchez Saornil, Kristine Kon-Rabe, junto a Emma Goldman en su visita a España , 1936.

Sí, Eva Duarte era un hada llegada en arco iris, la luminosidad que la rodeaba no era sólo la de su belleza perfecta;era el oro del trigo, y el manto de las toneladas de judías verdes que en su honor pasaron a llamarse peronas. Y las estrellitas que emanaban de sus milagrosas manos eran las cien pesetas y más, que como recoge la prensa de la época, repartía a los menesterosos que lograban aproximarse a ella.

Y Eva iba a continuar su viaje por Europa yendo a Roma. Y sí, uno de esos contenedores cargados con ropa y alimentos, luego de dirigirse al puerto de Barcelona, tenían marcada otra parada en un puerto italiano, el destino era el Vaticano. Cuando anunciaron la visita de Eva Duarte al Vaticano, acompañando las remesas enviadas por el gobierno argentino, no sabían dónde meterla. ¿Una mujer a la que había que rendir “honores de jefes de Estado”, en el país de los hombres con faldas y donde las mujeres son todas esposas de Dios y criadas para servirlos? Se solucionó hospedándola en su propia Embajada. Sí, Argentina también colaboraba, entonces a lavar la cara a un Estado papal que había sido, digamos, que claramente escorado en su posición con respecto al fascismo y al nacionalsocialismo ¿Acaso, se enviaba todas esas toneladas de ropas y cereales al Vaticano (Ideal de Granada, junio, 1947) para que la Santa Sede tuviera la oportunidad de ejercer esa caridad cristiana que muchos incluso de sus fieles y sacerdotes, habían reclamado en vano durante el conflicto mundial, sin necesidad de vaciar sus repletas arcas? 

Casi setenta y seis años después de la llegada de Eva Duarte a Armilla,Granada, camino haciendo el recorrido deportivo de los armilleros: parte del perímetro de su base aérea, aquella que, me explica Miguel, 96 saludables años, fue tomada de inmediato por los sublevados:

 

                                                Aeródromo de Armilla hoy , Colección personal

 “En Armilla no hubo resistencia en el 36, los jefes de la Aviación huyeron, y fue ocupado por los nacionales. Aquí teníamos los huertos para sobrevivir...Aunque requisaban cereal y verduras para el ejército. Amparados por la noche, se cargaban los animales y se llevaba el trigo a moler.” Miguel, con diecinueve años entonces, formaba parte de la compañía de aviación con escuadra estandarte y bandera que le rindiera honores de Jefe de Estado a su llegada, al aeródromo de Armilla a la señora Eva Duarte de Perón. “ A los nueve años me sacaron de la escuela y me mandaron al campo”. Entrar en el ejército le permitió a Miguel acceder a un sueldo y una formación. “Como no me gustaban las armas, elegí ser radiotelegrafista.” Y ese 15 de junio de 1947 estrenaba su condición de uniformado rindiendo honores a aquella “hada presidenta”. “¿Recuerdas qué pensaste, entonces?”. “Que era muy guapa”, me dice Miguel “¿ Pero, si apenas podrías mirarla ”, concluyo. “Ya que en posición de firmes y con la mirada al frente sólo debe haber sido para ti una silueta fugaz al pasar delante tuyo”. “Bueno, nos girábamos ”... 

 

              

                Llegada de Eva Perón al aeródromo de Armilla, Archivo de Ideal, autor Torres Molina                              

“¿Qué edad te imaginas que tenía?” “¿Menos de treinta?”, me pregunta. Sí, sólo veintisiete. Murió a los treinta y tres años”. Y Miguel asombrado, menea la cabeza . Me responde que no sabía.”¿De qué murió?”. “De un cáncer de útero”, respondo, y se queda pensativo. Me contengo, por no interrumpir sus recuerdos, de explicarle que un cáncer de útero se consideró una enfermedad no digna para ella, por lo que ocultaron el diagnóstico transformándolo en una enfermedad casi sin nombre. Un útero enfermo aludía a los órganos reproductivos de esa mujer que el pueblo idolatraba y había transformado en Santa. Y una Santa deja de tener órganos sexuales.

Seguimos la conversación abrigados por los faldones de la mesa camilla que Miguel me ha ofrecido compartir, como se hace cuando una llega a toda casa Granadina. En este frío invierno donde, cada vez que doy vueltas por el aeródromo de Armilla intento imaginar aquellos coches enjaezados, y el olor de los ramos de flores que le arrojaban a su paso, a la Eva del arco iris entre España y Argentina. El metal de la banda de música, el tintineo de los cascabeles que acompañaban el trote de los caballos lustroso y peinados para la ocasión, tirando de carruajes colmados de damas con peinetas y mantillas. La sonrisa sempiterna enmarcada en carmín de una mujer joven y brillante que, con su presencia, y todo la fiesta de brillos militares, homenajes y visitas rociadas de agua bendita y perfumadas de incienso eclesiástico. Mientras se obraba así al comienzo del borrado de memoria de ese pasado inmediato que aún retumbaba en los paredones de los cementerios, y era llanto contenido y oculto en muchas de las que acudían a vitorearla. Ella fue la punta de lanza , arco iris mágico, de la estrategia geopolítica de Juan Domingo Perón, recién elegido presidente de esa República enriquecida gracias a la guerra y a su suelo fértil.” Tercera posición”, proclamaba Perón y hablaba también de Justicia Social y Eva de Justicia para sus descamisados, de la que ella era su representante . [ Y recuerdo a Alfonso Guerra, de los años 80, que copió lo de descamisados en sus mítines donde hablaba de "nosotros los descamisados y prometía trabajo y la eterna Justicia Social, Alfonso Guerra, parece una broma, ¿no? Quiso ser la Evita de Felipe González. Cosas del travestismo, que siempre ronda la política (https://elpais.com/diario/1989/05/27/espana/612223203_850215.html).

Sí, en aquel tiempo, 1947, esa Tercera Posición, que proclamaba Perón, le servía a Franco para limpiar su inmediato pasado, y abandonado de ayudas internacionales por su declarada simpatía, mediatizada por intereses coloniales y comerciales con el Eje, así, sus teóricos de la Falange declamaban ni comunismo ni liberalismo. Ni yankees, ni soviéticos. Y Argentina entonces le tendía una mano, más allá de ideologías, por pura solidaridad humana hacia su pueblo, proclamaba Eva Duarte. Argentina, ese gran país que creyó, podía bastarse a sí mismo, y que podía competir en el nuevo orden mundial que se estaba gestando, fraccionando al mundo, ante el comienzo de lo que se llamó la guerra fría. Franco y su discurso público de entonces intentaba acercarse al del Perón de esa inmediata postguerra. Tiempos vendrían en que ambos se rendirían ante el nuevo orden colonial marcado por USA. Era también la época del romance entre Perón y el Vaticano, que duraría aproximadamente hasta la muerte de Eva..( En línea:https://www.infobae.com/historia/2018/11/03/usted-es-el-unico-que-me-ha-puesto-de-rodillas-padre-la-tormentosa-relacion-de-peron-con-la-iglesia-catolica/)

Sigo mi charla con Miguel, y le pregunto qué más recuerda de entonces... Y llegan hijas, hijo, yernos, a la acostumbrada visita vespertina... el tiempo pasa hablando del ahora. Más tarde, me cuenta una de sus hijas: “A comienzos de los años sesenta, nos inscribieron a todas las hermanas en una escuela de monjas, en Granada. Para ello mis padres debían presentar certificados de buen comportamiento de orden moral, y también los certificados de casamiento, y nacimiento de cada uno de ellos. Cuando mi madre fue a retirar el suyo, se lo negaron, y le dijeron que sólo se lo podían entregar a su marido. Mi madre insistió porque era “su” certificado. Pero, no hubo nada qué hacer. Y allí fue mi padre. El empleado que le entregó a él la partida de mi madre, le señaló escandalizado que allí constaba que mi madre había nacido dos años antes de que mis abuelos se casaran. Algo tan indecente, no podía entregar a manos de una señora”. Habían ya pasado alrededor de quince años de la vista de Eva Duarte de Perón. El feminismo de las chicas del yugo y las flechas era el de la casa de Bernarda Alba. “La visita del novio, en los años en que mis padres noviaban ( años cincuenta) era Rosario compartido junto al padre y la madre, así hasta el día del casamiento. Ya en mi época, finales de los setenta, vueltas por el pueblo, sólo de día, porque , ¿qué dirían las vecinas si te ven por allí, de noche? La prédica de aquellas mujeres de los años treinta y anteriores como Ángeles López de Ayala, Teresa Claramunt, Rosario Acuña, Berta Wilhelmi, Antonia Maynon, Guillermina Rojas, Maruja Mallo, Agustina González y tantas otras, borradas totalmente. Poco duró esa libertad que apenas habían comenzado a vivir las mujeres españolas. Eva Duarte se equivocaba cuando creía que el feminismo no estaba reñido con la familia que hacía del hogar un santuario. El santuario no era una metáfora en aquella Granada donde miles de personas la habían aclamado, haciendo retumbar las fosas de los que aún se seguían fusilando en aquel 1947 de su llegada. El santuario del hogar era la vuelta al orden de Dios (el Padre/ el marido), y el Espiritu Santo (Franco omnipresente). Las mujeres volvieron, entonces, a ser eternas menores de edad.