miércoles, 22 de marzo de 2023

 

     Buenos Aires y el ejército de las sombras


     Sobre la angosta planicie del umbral de un local cerrado, o arrinconado contra una pared mugrienta; sobre cartones, cubriéndose con pedazos de plástico o echado en la mullida hediondez de un colchón de espuma manchado y carcomido. La cabeza girada o escondida tras un trapo cualquiera; más abajo del cuerpo flaco, las caderas puntudas que asoman desde el pantalón corto, roto; las piernas flacas, amarronadas de tanto sol callejero; y más allá aún, la planta de los pies negras, mostradas a los que pasamos a su lado intentando no espiar demasiado, para evitar sus historias, por pudor, por indiferencia, por costumbre a sus presencias. Es un hombre joven, como los otros. Acompañándolos, muy rara vez, una chica.

                                      Buenos Aires,2023.Colección personal

Uno de ellos se arrincona contra la persiana polvorienta y grasosa de un local vacío, en la avenida Belgrano y San José, rodeado de bolsas de basura y sobre cartones, a éste sí, lo acompañaba una chica mientras él duerme. Ella lleva el pelo que se le escapa en puntas indomables, amarillentas de agua oxigenada,; toma mate. Él duerme siempre, mientras ella permanece sentada a su lado, en el suelo. Cuando deja de chupar la bombilla, cruza los brazos sobre su barriguita de embarazada. El portero de la finca más cercana lo señala con pena ( la chica ya no está), y me comenta que esos jóvenes varones “duermen todo el día” , “es la droga” , “viven de noche”, y mueve la cabeza con resignación, pues parece que para todos esos muchachos jóvenes no hay más esperanza. O al menos, no la hay en los planes de ningún proyecto social de los gobiernos de turno ¿ O sí, hay planes? Y es ese permanecer dormidos. Tienen entre veinte y treinta años, quizá. 

Hay otros también, hombres solos, se los ve en un constante soliloquio, son más viejos. Y ya no duermen tirados sobre la acera de día, los veo deambular, Llevan encima otra locura, la que los dejó en la calle, antes. Antes de todo esto. ¿De todo esto? ¿De qué? Por qué tantos hombres despojados de todo. Algunos, cuando se levantan de su sueño, rebuscan en la basura. Sorprenden sus brazos flacos asomados desde la oscuridad nauseabunda  de un contenedor, sosteniendo la tapa, para que no les caiga encima, como les cayó ya la vida. Allá van a procurar los pocos restos mugrientos de esta ciudad, cada vez más empobrecida.

Y pienso en Barcelona, mi otra ciudad. En esos otros hombres jóvenes, que hacen corrillo en la calle Hospital, y que inquietan también a la vecindad por su estar allí, donde se los ve consumir y vender droga o manotear, con habilidad, un móvil. ¿Qué los diferencia y qué los une a esta legión de durmientes o locos porteños? Son hombres todos, expulsados de un proyecto económico. Expulsados de la aparente necesidad de sus vidas. Ahogados entre la mugre de la ciudad, los desamores, las traiciones por acceder al cielo instantáneo de un chute o un gramo de coca o de crack. ¿La conciencia de clase? ¿La revolución del proletariado? ¿La fraternidad universal? ¿ El hombre nuevo, que pregonaba Guevara? ¿Acaso alguno de estos hombres oyeron hablar alguna vez de esto? ¿ Desean algo más que la felicidad inmediata de un buen trozo de pizza y una cerveza fresca y el porrete, o el nariguetazo?¿Un poco de dinero en sus bolsillos? ¿Su vivir se hace de la inmediatez? ¿Han logrado, entonces, lo que pregonan coachings, gurús y Eckhart Tolle: “Vivir el presente”. Revolución total y promesa de felicidad eterna.

Aunque, a veces, me vuelvo conspiranoica. Y esa idea conspiranoica lleva apareciéndome desde hace años. Como lucecita que va y viene. Cada vez que mi mirada recorre este paisaje urbano masculino. Que, como restos de un naufragio, que lo son, ocupan las calles. Y hoy, leyendo un artículo en un periódico argentino, esa idea conspiranoica pareciera tener cierto sentido. Leo que, la muy nueva República de Kosovo ( que fue parte de Servia hasta que respaldada por la OTAN y varios países de la UE se independizó, cuenta con un desempleo que ronda el 40% de la población, aunque ha sido recompensada como proveedora de soldados a la OTAN. Soldados entrenados en el Reino Unido y dispuestos para formar parte del refuerzo en la base militar que, precisamente, la OTAN, instaló en las Islas Malvinas en 1985, luego de aquella guerra nauseabunda y criminal- como lo es toda guerra- de Thatcher vs Galtieri. Así, se va reforzando el frente del Atlántico Sur, claro, que para velar por la “seguridad “ en esta zona, ante las amenazas que implican el conflicto con Ucrania (ver Daniel Kersfeld, Kosovo, OTAN y Malvinas, Pg. 12,15/03/23  https://www.pagina12.com.ar/531738-kososvo-otan-y-malvinas.

Sí, mi idea conspiranoica es que todo ese contingente de jóvenes sobrantes de un sistema que los expulsa, pudieran convertirse en patrióticos soldados para cualquier guerra. Interna o externa.(¿Acaso ya no lo son, en parte?) Aunque, quedan estos, los que se echan en los umbrales de las calles de Buenos Aires, los que mueren atrapados en las alambradas en las fronteras de Europa, los que roban los móviles en las aceras de Barcelona y “transan” con droga barata... Vencida la conciencia de pertenencia a una clase explotada , a un continente depredado, una bandera, cualquiera, agitada para darles la identidad perdida, o un dios vengador que reclame por el honor de su nombre mancillado.., El invento de un enemigo ante el cual se crece en la diferencia, ante el cual se recupera una cierta dignidad.

Imagino camiones. en la complicidad de la noche, secuestrando a esos jóvenes varones callejeros. Y alojados en instalaciones adecuadas, cuarteles, tipo guantánamos. Allí, serían alimentados con ingentes cantidades de proteínas, para crezcan sus músculos; de testosterona para que se sientan más hombres; adiestrados con ejercicios extenuantes y dosis de malos tratos, complementados con un justo toque de cocaína, para que se atrevan a todo, alegremente. Así, estarían siempre listos para enviarlos a cualquier lugar del planeta. A defender una causa que creerían propia, pero que servirá para hacer más y más ricos a la élite que lleva a cabo el plan. De pronto, así, las calles de las ciudades se vaciaría de sus presencias. Y los ciudadanos de paz aplaudirían el proyecto y premiarían con sus votos a sus mentores... Una guerra permanente sería así el resultado del fin del desempleo. Una guerra en cualquier lugar o en todos. El plan podría incluir también a mujeres, cuestión de igualdad de oportunidades.

Pongo como prueba de algo próximo a este plan, la enorme presencia policial en esta ciudad de Buenos Aires. Una policía formada por hombres y mujeres jovensísimos, en su gran mayoría. Hombres y mujeres de evidente origen popular. ¿Es el único empleo, aparentemente no precario, que queda para ellos? Ocuparse de reprimir las multitudinarias expresiones de hartazgo, ante tanta injusticia, de sus propios vecinos, de sus propias familias? Unos policías, otros durmientes Aunque, todo hay que decirlo, están también los otras/os , sobre todo otras, activistas en la calle, en las ollas populares, en el Basta Ya. .. ¿Quiénes ganarán la partida?

Mis delirios conspiranoicos se irán, acaso, cumpliendo como en una novela de Margaret Atwood... Es difícil , hoy, hablar de la esperanza. Aunque quizás, esté en esa solidaridad de vecinos que aún resiste, y que se opondría , furiosamente, a que se lleven los camiones del ejército oscuro a los durmientes, Pero, ¿Cómo intentar despertarlos?


             Vecinas del barrio de Cildáñez. Frente al Congreso , 8 de marzo,. Colección particular.